Doctores ponen de manifiesto que la enfermedad renal suele ser causa principal de varios tipos de padecimientos crónico-degenerativos, entre los que se encuentra la diabetes.
El control del deterioro de la función renal asociado a otros factores de riesgo o otras patologías como la hipertensión arterial, diabetes, enfermedad coronaria, insuficiencia cardiaca, etc. permite a los médicos de primaria una mayor prevención de nuevos episodios cardiovasculares y abordar mejor a los pacientes de forma global, de acuerdo con José Mª Lobos, Coordinador del Grupo de Trabajo de Enfermedad Cardiovascular de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria.
El control adecuado de la hipertensión arterial, la diabetes y otros factores de riesgo resulta clave para prevenir y frenar la progresión de la enfermedad renal, que afecta a 1,7 millones de españoles. Para mejorar la prevención, el control y el abordaje integrado de los pacientes con esta patología, José Mª Lobos, del Grupo de Trabajo de Enfermedad Cardiovascular de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, ha planteado en la I Reunión Conjunta de la Sociedad Madrileña de Medicina de Familia y Comunitaria (Smmfyc) y la Sociedad Española de Nefrología (SEN) para abordar las enfermedades cardiovasculares y la nefropatía, que “es necesario adaptar el cálculo de la función renal a la edad, el peso y la masa muscular del paciente, especialmente si es mujer y/o mayor de 65 años”, donde la simple determinación de la creatinina plasmática implica un mayor error.
A la hora de establecer estrategias para evaluar el deterioro de la función renal, Lobos recomienda atender tanto al deterioro de la función renal como a su relación con otras condiciones como la dislipemia, la obesidad, la hipercolesterolemia, el tabaquismo o la diabetes tipo 2. Según el investigador, a la hora detectar precozmente la patología es necesario evitar este error por parte tanto de los especialistas como de los médicos de primaria, realizando el cálculo de la función renal no sólo en base a la creatinina plasmática –puesto que este parámetro aislado puede infraestimar el daño renal- sino realizando una estimación del aclaramiento mediante un estándar apropiado, como puede ser la fórmula de Cockcroft, y adicionalmente mediante el cálculo del cociente de albúmina/creatinina, a través del análisis de orina. Según Lobos, “ambos métodos son más fiables que el análisis del aclaramiento y/o microalbuminuria de forma clásica con orina de 24 horas, cuya recogida es compleja, poco fiable y frecuente fuente de errores en la práctica clínica diaria.
Además, el investigador ha destacado que el médico de primaria debe considerar la enfermedad renal como una manifestación frecuente de la enfermedad cardiovascular arteriosclerótica, de forma similar a los accidentes cerebrovasculares, la cardiopatía isquémica o la vasculopatía periférica, atendiendo también a los factores de riesgo tradicionales como la presión arterial elevada, la diabetes, dislipemia y el tabaquismo. El facultativo también debe observar, según Lobos, la enfermedad vascular en su conjunto, viendo sus repercusiones cardiacas, cerebrales, renales, etc. y no de forma parcelada, ya que todas ellas comparten un sustrato y mecanismos fisiopatológicos comunes.
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