Un estudio presentado en el Congreso de la Asociación Española para el Estudio del Hígado sugiere que la mala respuesta al tratamiento de la hepatitis C eleva el riesgo de presentar alteraciones glucémicas.
La buena respuesta al tratamiento de la hepatitis C reduce el riesgo de desarrollar posteriormente alteraciones de la glucemia basal y diabetes tipo 2, según un estudio multicéntrico español presentado en el XXI Congreso de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH), en Madrid. El virus de la hepatitis C (VHC) origina resistencia a la insulina que, con el tiempo, puede degenerar en diabetes.
El estudio, con 525 pacientes, ha tratado de determinar la incidencia de la aparición de glucemia basal alterada y diabetes tipo 2 en pacientes con hepatitis C que estaban siendo tratados con IFN y ribavirina.
En el seguimiento de 36 meses desarrollaron diabetes o glucemia basal alterada un 7,6 por ciento de los enfermos. Al tratamiento respondió el 55,6 por ciento de la cohorte.
"Los pacientes no respondedores desarrollaban con mayor frecuencia alteraciones del metabolismo hidrocarbonado (10 por ciento), comparado con los sujetos con respuesta viral sostenida (5 por ciento)", ha apuntado Lourdes Grande, de la Unidad de Hepatología del Hospital Universitario de Valme, en Sevilla, durante la presentación del estudio.
Del análisis se concluye que las dos variables independientes capaces de predecir el desarrollo de glucemia basal alterada o diabetes son "la ausencia de respuesta sostenida y el índice de masa corporal aumentado".
Por otro lado, María Buti, secretaria de la AEEH, ha hecho hincapié en la importancia de tratar precozmente las hepatitis por virus C, como forma de evitar muchos trasplantes. Hoy por hoy, alrededor de la mitad de los trasplantes se practican a personas infectadas por el virus C y un 10 por ciento a sujetos con el virus B de la hepatitis.
Recidiva postrasplanteNo obstante, el resultado de los trasplantes es cada vez mejor, gracias a la optimización de los tratamientos inmunosupresores. "La terapia previa al injerto en hepatitis B y C reduce las tasas de recidiva postrasplante, que en el caso de la hepatitis B es muy baja, entre el 0 y el 5 por ciento, y en el de la C algo mayor, aunque, en cualquier caso, ayuda a que la recidiva sea más leve", ha matizado Buti.
En cuanto al trasplante de donante vivo, la hepatóloga reconoce que ya logra resultados tan buenos como los que se alcanzan con el injerto de órgano cadavérico.
Por último, un estudio del Hospital Clínico de Barcelona sugiere que la grelina podría llegar a ser una sustancia con propiedades beneficiosas en las enfermedades agudas y crónicas del hígado.
Aunque la anterior afirmación se basa en resultados preliminares, el equipo, encabezado por Pere Ginés, del Clínico de Barcelona, ha constatado que el hígado, y no sólo el estómago, también expresa esta hormona, tanto en estado de salud como de enfermedad crónica. Además, la presencia de grelina ejerce acciones hepatoprotectoras y antiinflamatorias en un modelo de hepatopatía aguda y presenta propiedades antifibrogénicas en dos modelos estudiados, uno de fibrosis hepáticas y otro de células estrelladas hepáticas.
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