Robert Cleveland, vive en Nueva York, tiene 90 años y como muchas otras personas en el mundo tiene diabetes Mellitus. Conozca su versión acerca de como ha sobrevivido día con día con el mal del siglo XXI.
NUEVA YORK.- Cuando Robert Cleveland era un chico, en lugar de torta de cumpleaños su madre le envolvía una caja de cebada en papel de regalo y le ponía velitas arriba. "Nunca recibí dulces de ningún tipo mientras era pequeño -dijo-. Nunca." Desde que tuvo cinco años vivió dentro de las estrictas fronteras impuestas por la diabetes, sabiendo que si perdía el control sobre la enfermedad ésta arrasaría su cuerpo -y sobrevendrían aterradoras consecuencias y una menor expectativa de vida-. Después, su hermano mayor, Gerald, se hizo diabético a los 16 años y también debió adoptar una serie de hábitos meticulosos de por vida. Garabatea sus mediciones de glucemia y dosis de insulina en un cuaderno, mide su nivel de azúcar en sangre siete u ocho veces por día, evita los postres y los carbohidratos simples, hace gimnasia y siempre se mantuvo extremadamente delgado. "Incluso así, nunca pensé que llegaría a los 50", dijo. A ambos hermanos, sin embargo, les fue un poco mejor que eso: Gerald cumplió 90 este mes y Robert va a cumplir 86 en marzo. Ambos están en muy buena salud para su edad. Los especialistas dicen que ellos no conocen otra persona que, habiendo tenido diabetes desde la niñez, haya llegado a una edad tan avanzada como Gerald, y a nadie que haya sobrevivido tanto tiempo con la enfermedad como Robert -casi 81 años-. "Mi principal razón para mantenerme vivo -dijo Gerald- es probarle a la gente joven que hay una manera de vivir con diabetes, y de vivir bien." Los Cleveland han vivido largas y saludables vidas en parte gracias a una extraordinaria disciplina en la dieta y el ejercicio, pero han padecido complicaciones médicas y momentos difíciles. Los científicos que han estudiado el caso de los Cleveland y de otros sobrevivientes de la diabetes de larga data afirman que mientras ciertamente deben tener ventajas genéticas, lo que los distingue es el trabajo arduo, el sacrificio y la determinación. "Son un poquito obsesivos", dijo el doctor George L. King, director de investigaciones del Joslin Diabetes Center, de Boston, y profesor de la Universidad de Harvard que conduce un estudio sobre personas que han vivido con diabetes durante por lo menos 50 años. Controlar la diabetes todavía demanda un conjunto de rigurosas tareas diarias, y millones de personas lo respetan bien. Pero millones de otras no lo hacen, incrementando de ese modo su riesgo de padecer peligrosas complicaciones y una muerte temprana. Lo que hace de la longevidad de los Cleveland y de algunos otros diabéticos más notable es que ellos vivieron la mayor parte de sus vidas en las edades oscuras del cuidado de la diabetes. Cuando eran jóvenes, se suponía que la enfermedad troncharía 20 años de sus vidas. No había ninguno de los modernos adminículos de los que hoy disponemos para medir la glucemia y tenían la expectativa de padecer amputaciones, ceguera, falla renal y cardiopatías. Sin embargo, contra todas las posibilidades, los Cleveland progresaron, vivieron para tener una carrera, largos matrimonios, hijos, nietos y bisnietos. "Haber vivido vidas tan largas durante esos tiempos en que las cosas eran mucho peores que hoy día es increíble", dijo Aaron J. Kowalski, director científico de la Fundación de Investigaciones de Diabetes Juvenil. Cuando los Cleveland nacieron, la diabetes tipo 1 era todavía una sentencia de muerte -en semanas o meses, en la mayoría de los casos-. La diabetes tipo 2 usualmente conducía a una enfermedad debilitante y una corta vida. En 1922, científicos de la Universidad de Toronto aislaron la insulina en una forma que era efectiva y segura para el uso humano. De repente, miles de personas comenzaron a recibirla, aunque el control de la glucemia como se realiza hoy estaba a años luz.
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