Se ha detectado que existen más personas diabéticas a raíz de un incremento del uno por ciento de sangre glucosilada que pasa por el corazón. Esto es comprobable, debido al número de pacientes que ingresan a un hospital por deficiencias cardiacas, siendo entre 25 y 45 por ciento diabéticos, con una evolución deficiente.
Se sabe que, las personas insulinodependientes y las que no lo son, llegarán a desarrollar una insuficiencia cardiaca, 2.5 por ciento más en hombres y cinco por ciento más en mujeres.
Existen diversos factores, los cuales hacen que ambos padecimientos guarden una relación entre sí, como son la hipertensión y la hipertrofia ventricular, la disfunción endotelial y el estrés oxidativo, entre otras.
Debe entenderse que el ser diabético aumenta hasta en cuatro veces la posibilidad de un deceso por problemas cardiacos.
La falta de acción completa de la insulina sobre ciertos ácidos grasos, permite el ingreso y afectación de estos ácidos en el hígado y algunos músculos, promoviendo la formación de colesterol malo, el cual al oxidarse, incrementa la producción de moléculas inflamatorias que disminuyen la formación de ácido nítrico, generando una disfunción endotelial.
La hiperglucemia y los productos glucosilados (aminoácidos y glucosa) forman la enfermedad aterosclerótica que a la larga genera hipertensión, elaboración de radicales libres e inflamación de los órganos.
En los diabéticos, la falta de oxido nítrico provoca un mal funcionamiento del músculo liso del corazón, y en consecuencia, se incrementa el estrés oxidativo, que conjuntamente con la hipertensión, contribuye a la aparición de lesiones fibrosas.
Concluyendo, la aterosclerosis brinda mayor probabilidad de presentar síndromes coronarios agudos. Mientras que la insuficiencia coronaria también puede presentarse debido a la falta de células beta (formadoras de insulina) en el páncreas.